Hoy domingo, antes de ir a Teruel a ejercer mi derecho (y casi obligación) al voto, y mientras escucho los gritos de los adolescentes (y no tan adolescentes) que cruzan el Parque Universidad de camino a sus casas, tras devorarse en las discotecas de la ciudad de Huesca, he estado leyendo la columna Patente de corso, de Arturo Pérez-Reverte.
Esta columna me ha recordado aspectos que creo que llevo “grabados a fuego” desde mi más tierna infancia. Mis padres me han enseñando que ayudar al prójimo y comportarse por la calle, era mi deber como ciudadano. Tal vez las raíces cristianas de mi familia influyera en esos aprendizajes sociales, pero me he dado cuenta con el tiempo, que son valores que no están vinculados a ningún género, ni a una condición social, ni a ninguna religión, ni a una raza en concreto. Es simplemente, ser y vivir como un ciudadano.
No soy tan catastrofista como quieren hacernos creer algunos, y me resisto a ponerme del lado de aquellos que manifiestan que “la sociedad se está deshumanizando, que se están perdiendo los valores, que no hay educación, etc.” Aunque si que es cierto que podríamos ser más cívicos.
Recuerdo algunas de las frases que me han estado persiguiendo durante mi vida (y que aun me persiguen, porque sigo madurando como persona), pronunciadas por mis padres, abuelos, tíos y tías. Algunas de ellas ya las he comentado en este blog (Ver)
- Si vas en autobús deja sentarse a las personas mayores y a las mujeres embarazadas.
- Ayuda a cruzar la calle a una persona que la veas con problemas.
- Pide la vez siempre que vayas a un lugar donde exista cola.
- No tires papeles, ni chicles, ni cáscaras de pipas, etc, al suelo cuando vayas por la calle. Usa las papeleras, que para eso están.
- No pintes una pared.
- Saluda a los conocidos por la calle con una sonrisa.
- Detente a charrar un poco con la gente mayor, que hace tiempo que no ves.
- Ayuda a subir las escaleras a una persona con bolsas en la mano.
- Subir o bajar las escaleras con un carrito de un niño/a es muy difícil. Nunca va mal una ayuda.
- Intenta cruzar siempre por los pasos para peatones (o en Teruel, pasos de cebra).
- Ves con tiempo a los sitios. Todo el mundo tiene prisa y “llegar y mojar” no es siempre posible.
- La obligación está antes que la devoción.
- Antes de entrar, deja salir. (En una puerta).
- Las personas no trabajan para ti. Tu trabajas con ellas.
- Gritar no te va a reportar ningún beneficio en una discusión. Mantén la calma y razona tus argumentos y escucha los del otro.
- No cargues con la culpa o con el mérito de otro.
- Di siempre la verdad.
- José, acompáñanos a tu padre y a mí a votar y así cuando tengas 18 años, ya sabrás el procedimiento.
- y un largo etc.
Y es que creo que es conveniente recurrir a ese socorrido proverbio africano, que ya se ha puesto de moda entre los educadores, que “para educar a un niño hace falta la tribu entera”. La tribu en el caso que nos ocupa son padres, profesores, escolares, administradores públicos, medios de comunicación, etc.
Para finalizar me gustaría que vieran un vídeo, a colación de esto último; educar a la tribu desde la familia y mostrada por los medios de comunicación. Esta campaña publicitaria es de Australia. ¿Se la imaginan en la TV pública o privada de nuestro país entre cotilleos, grandes hermanos, tu si que vales, endiosamiento de drogadictos, y de más fauna televisiva de delante y detrás de las cámaras? Yo, por ahora, NO.
Que disfruten de la reflexión y feliz día de elecciones.
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